martes, 17 de marzo de 2009

LA PRIMERA IMPRESIÓN

Ayer en una de las tantas charlas que a la luz de las estrellas, en plena plaza principal solemos realizar con una amiga, muy entrañable ella y bastante sincera, me recordó que el primer beso es el que marca la relación sentimental futura en una persona, así como la primera impresión es la que queda en la retina. Al principio tuve renuencia a aceptar tal aseveración, más allá porque provino de ella y no de mi, sin embargo luego de ese marcado machismo mental supuse que lo decía porque algo le había molestado durante el fin de semana.

Este pequeño relato me llevó a descifrar nuestro primer encuentro, en un salón de clases hace un par de años y donde la primera impresión no fue de las mejores, pero de ahí en adelante y cafés de por medio nos hicimos los mejores amigos, claro, con atisbos de surrealismo familiar; empero discusiones más discusiones menos, fuente inagotable de consejos prácticos que la vida exige a quienes de tanto en tanto soñamos con algo más que el simple hecho de respirar, me dio un jalón de orejas bastante más fuerte de lo normal, en mi acostumbrado querer algo porque si, sin pensar en las consecuencias. Su trivial interés en mi última relación que me dejó muy mal parado le llevó a un contundente “no estás hecho para esas cosas, deberías enfocarte en algo más acorde a tu forma de ser”.

A partir de ahí la analogía estaba planteada sobre mi amistad con un selecto grupo de bailarinas profesionales y mi tendencia constante a descubrir y entender las cosas más allá de simplemente vivirlas. Bostezo de por medio me dio a saber que suelo explicar con más palabras de las necesarias, un porqué a todo y que la vida es más simple y sencilla de lo que suelo confesar de vez en cuando y que el definir una postura en general es imprescindible si se quiere estar tranquilo. Valga su enojo y lección, no para mi vida sentimental sino en general y de aquí en más, para una forma de vivir.

Vaya un saludo chavis, gracias por el consejo.

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