martes, 21 de diciembre de 2010

CARTAS A UNA AMIGA (PARTE II)

¿Te acuerdas cuando te conté que la había conocido en una noche de farra y desde que la ví, quedé prendido de ella?, ¿te acuerdas?. Han pasado casi dos años y aún la quiero como el primer día y aunque no estemos más juntos, es como si lo estuviéramos porque vive donde más me interesa y la necesito, está cuando la extraño y basta que cierre los ojos para verla, sentada en mi cama, cambiando de canal del viejo televisor que está sobre el mueble a media habitación.

La extraño porque hemos compartido todo, salidas, peleas, discusiones, abrazos, silencios, todo. Ya no está y la extraño. Lo nuestro fue hamor, así con “h”, porque fue un error.

También está Pamela, que la conocí en el café del centro, con sus amigas, modela ropa cuando le falta plata. Ahora (Pamela) anda de lo más feliz en la universidad y en la calle disfrutando de la sociedad a la que dice pertenecer. A veces nos juntamos en mi departamento y jugamos una partida de cacho (dos, tres... hasta que amanece) y tomamos unos vodkas asesinos hasta vomitar en la sala, el baño, la lavandería o donde nos pille, vomitamos y nos reímos, utiliza el gimnasio que tengo en el cuarto del fondo y ejercita hasta caer rendida y con el cuerpo mojado en transpiración, se echa a mi lado y mira el techo diciendo que “esto” es un error y terminamos haciéndolo toda la noche.

Te escribo porque me siento triste y no sé la razón, tengo lo que muchos soñarían y aún así el vacío va creciendo, tanto que asusta, me da miedo no encontrar el camino de retorno y es que no he dejado rastro que indique por dónde debo volver. Me han dicho que soy frío, inhumano, calculador, que en este juego de vivir, no me gusta perder, ¿a quién le gusta perder?. Ya ni la tibieza del clima calienta mis ideas y he decidido dejarme sentado en una banqueta del centro mientras la gente camina, las familias de la mano pasean y los árboles siguen ahí, contando los días que pasan mientras cambiamos el calendario una y otra vez.

Me recuerdas una canción de Sanz que dice: “ni siquiera te conozco pero sé que puedo ser tu amigo, porque has descolgado una estrella del portazo que diste por ir conmigo, sé que os debo tanto cuando os veo cantando susurros, a vos en grito, si piensas que no eres nada para mi…”.

Cuando el día termine, frente al espejo me preguntaré si hoy ha valido la pena, si hablar con Paty, con Clau o Jovi (que ahora está en Trinidad) ha valido la pena, que si Pame, Delma, Vero o la Equis han valido la pena. Qué difícil pensar si me he equivocado, si a pesar de los años aún estoy atrapado en este mundo, ¿qué difícil saber, ¿verdad?.

Hace tiempo que he dejado de soñar porque me cansé de las pesadillas (¿o ellas se cansaron de mi?), así que he decidido ir paso a paso, que cada día cuente, de una u otra forma. Extraño a Delma, quizás sea mejor aseverar como la canción de Arjona, extraño como era cuando estaba con ella. Aún intento saber si mantiene su número, si va al cine los sábados, si almuerza los domingos en el mismo restaurante o si de noche duerme acurrucada como la hacía conmigo. Qué difícil se me hace entender las cosas sin ella, tan cerca y tan lejos a la vez.

Esta historia no tiene fin, sigue, avanza, ahora está ella, que me acompaña cada día, que tiene su vida hecha y derecha y a pesar de ello, me resisto a pensar que es lo que necesito. Trágico, trágico, cursi, nunca pensé que escribiría eso, tenerla y que no me importe. No, no creas todo lo que digo, es el alcohol que corre por mis venas quien escribe, quien habla. Mentira, basura, todo es una mezcla de basura y mierda mezclada entre restos de porquería que han quedado de anoche y que pulula por el piso de mi sala mientras un par de ratas van comiendo los rastros de miga y el vómito que se ha comenzado a secar.

No sé si esto es fantasía, cuando despierto a veces pienso que todo es un sueño, producto de mi imaginación, salgo de la habitación y veo un orden espantoso, una limpieza que raya en la brutalidad y me doy cuenta que todo es un sueño, no hay rastros de haber vivido ayer ni cosa alguna que me recuerde que sigo aquí, me echo y vuelvo a dormir, pensando que mañana será otro día.



01.12.10