martes, 7 de abril de 2009

QUÉ PUTAS!!! (PARTE I)



Este fin de semana tuve una de esas salidas locas que suelo repetir muy de vez en cuando para no perder la costumbre y que mejor si está impregnada de un toque macabro (adoro esa palabra).

Como siempre (con un amigo venido desde el más allá) empezamos con una cerveza de por medio a ponernos al tanto de su vida y la mía, un poco de esto un poco de aquello, aunque hay tres temas que no tocamos: política, religión y fútbol, más por convicciones propias y porque creo que tenemos marcadas diferencias en las tres, aunque con un tipo como yo (con la locura rebalsando los poros y la conciencia casi en estado comatoso) es difícil ponerse de acuerdo en algo. Entre cuento y cuento surgió la pregunta “haber de bolas, cuanto ganas viejo”, su respuesta (carajazo interno) me hizo reflexionar y consuelo de por medio, que no está mal vivir en una pobreza franciscana como la mía, las cosas suelen ser más simples de lo que pensamos (y menos costosas).

Luego, como es normal, fuimos a unos de esos boliches de espectáculo y diversión (La Paz esquina Republiquetas). En pleno apogeo y con unos whiskys encima le dije “ya vuelvo, la naturaleza llama”, pero dentro el grado etílico que llevaba no me di cuenta que había un pilar de por medio y zaz que le planto un cabezazo de lleno que me deja semi-inconsciente, pero valiendo más el orgullo que nada y ante un eventual “¿estás bien?” no tuve mejor respuesta que “casi me golpeo” (macho macho repito mientras sigo caminando). No me quedó otra que ir al baño, mojarme el rostro y revisar si me había partido el cráneo, corría por mi frente un hilo de sangre o el mareo era producto de los tragos que llevaba encima.

Buen show, buen espectáculo, aunque tengo que reconocer que debido al golpe quedé un buen tiempo con los ojos cruzados y el latido del corazón en la frente y aplaudiendo como mono de feria cuando acababa cada “función”.

Luego de un par de horas (más o menos las tres de la madrugada) fuimos a un local de muy dudosa reputación pero en el que no hubo más parada que una corta visita y saludo de por medio al mesero (muy amigo mío) dimos una vuelta de reconocimiento sin pena ni gloria de la que es mejor ni recordar.

Opinión de los siempre amables taxistas nocturnos y que saben hasta donde murió la tía Pepa (invento o no) terminamos en Buho’s (al menos así dice la tarjeta que aún guardo en el bolsillo), donde vimos un par de morochas desabridas y unos cuantos pibes en estado de descomposición etílica. De pronto me llamó la atención una “pelada” muy simpaticona (lo siento hermano, la ví yo primero), revisé el bolsillo y solo encontré unas monedas de a veinte centavos, un billete de cincuenta y un condón con fecha de vencimiento “2003”. Me dije “oye franciscano, sí, tú, el de la billetera donde suele escucharse un eco fantasmal, cedésela a tu compadre mientras vos tranquilo sigues disfrutando el whisky”.

La llamamos, un beso, Asesino mucho gusto, mi amigo? le decimos “tigre”, una vez en la mesa (Sofía? Sonia?) a petición expresa y bajo frase de “favor no molestar” no me quedó otra que tocar el violín y disfrutar el show de la casa, claro ya a eso de las cinco conocí a una chica paraguaya que se llamaba… digámosle Carla (qué carajo se llamaría no?), la cual por la módica suma de 500 Bs. me ofreció satisfacción garantizada, tuve que decirle “no thank you, pero no” y beso en mejilla irme a sentar a otro ladito porque del antojo del romance entre mi amigo y su prende me di cuenta el sacrificio que hice, espero lo valores “tigre” (a estas alturas no sé el número de vaso, pero si andaba medio jalado).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres el tipo de persona que convierte cualquier experiencia en una aventura.......que tan cierto es????

Ingrid Arce B.