miércoles, 5 de agosto de 2009

PROBLEMAS EN EL PARAÍSO

Es el cuento más largo que he escrito:

SOLO PARA FANS (realmente solo para fans)



PROBLEMAS EN EL PARAÍSO



Lucía sabía que las noticias vuelan y la imagen de Renata muerta ha recorrido la ciudad, no sabe exactamente que va a pasar hoy cuando deba ir a su curso en la Universidad. Compró el periódico y vio en la Sección Policial una escueta noticia acerca de la muerte de un grupo de universitarios entre los que se encuentra ella, estudiantes de la carrera de arquitectura, en el Valle de la Luna, el rescate de los cuerpos casi irreconocibles por miembros de la policía.

Son cosas que pasan pensó en principio, derramó un par de lágrimas sinceras, todos sabíamos que se conocían, durante las últimas semanas se había complicado, habían incluso llegado a compartir un departamento en la calle 2 de Obrajes e hicieron juntas algunas compras de muebles y artículos de menor valía. Es normal en la vida que llevemos un poco de tristeza, pero esas lágrimas que fluían tenían un sentido humano demasiado humano, eran lágrimas de dolor, de esas que solo salen cuando hemos perdido una parte de nuestra vida, no nos dejan respirar, comer, dormir, vivir.

Sin duda no era extraño verlas en las mismas materias y horarios, compartiendo en la cafetería de la universidad, el Internet de la 3 de Obrajes o el billar que está en la 5. Salían los fines de semana, intercambiaban ropa, accesorios y muchas veces se peinaban igual, eran amigas como esas que no se encuentra normalmente hoy en día, a ellas nos habíamos sumado de a uno hasta formar un grupo que por las características innatas creamos un sello marca registrada, el Paraíso; estaba el poeta, el aventurero, la romántica, la líder, el desinteresado, la despistada, todos teníamos nuestro rol, el de Lucía era el silencio, esa llama apagada que uno no sabe cuando ha de explotar y Renata, la aventura, el peligro, la líder, tan cerrada y secreta, tan locuaz y sencilla, un mundo de contradicciones en sí misma.

Hace un par de días Carlos había notado a Lucía un tanto preocupada, callada, más de lo normal. El viernes pasado contó que la había visto en los jardines de la U, sentada en una de las banquetas que están a los costados, con los ojos cerrados, los audífonos de su mp3 en las orejas, casi en silencio, moviendo el pie izquierdo y los labios, vestía como es su costumbre esos pantalones de tela negra anchos estilo hippie, una blusa adornada con características andinas y una gorra de lana, los zapatos deportivos de colores, esos que están de moda, si no fuera por la mochila y los cuadernos que lleva, bien podría asemejar una de esas tantas vendedoras de artesanías y chucherías de las que está lleno el centro de la ciudad. Le preguntó si podía sentarse a su lado, ella se llevó un dedo a los labios en señal de silencio y le hizo espacio, se acomodó, le pasó un audífono y se enteró que escuchaba nada, quizá la canción que cantaba era una inventada o simplemente quería dar la sensación de estar ocupada y pasar inadvertida unos minutos, su imagen concentrada en la nada, sus momentos de inspiración, era su espacio en que se alejaba del mundo, quedaba en la más completa soledad, tan solo la inspiración y ella misma haciéndose compañía.

¿No entraste a clase con el doctor?, no, está Renata, llegué tarde, ya saldrá, estoy haciendo hora. Fue toda la charla, todo lo que dijo, nos enteramos días después que era lo único que había comentado en toda la semana. Sin que dieran las diez, hora en que suele terminar la clase, tomó la mochila, encendió el mp3, esta vez lo encendió, se despidió de Carlos y bajó caminando las diez o doce gradas que une el jardín a la calle, casi como alma en pena fue caminando y moviendo la cabeza de un lado a otro, lento, despacio, no había prisa, aún no eran las diez, movía un poco la mano derecha y dando leves giros fue perdiéndose entre las sombras que los árboles dan a las calles semivacías y que solo la luz de los autos que van hacia Miraflores iluminan la calzada, una silueta ligera era todo lo que se podía ver.

Renata no la buscaba, no preguntaba ni hacía el intento de ver si la esperaba ése ni los siguientes días, se despedía de todos e iba caminando, las manos en los bolsillos de la chamarra, el gorro de lana, los guantes rosados, en silencio, demacrada, quizás un chicle en la boca. A ninguno nos entró la curiosidad de saber que había pasado, aunque debo reconocer que un par de segundos nos miramos desconcertados, era una de las pocas, por no decir la única vez, que no preguntaba la una por la otra, levantamos las manos en ademán de duda e inclinando la cabeza y una leve mueca nos respondíamos, no sé.

Ayer después de hablar con Renata, que suele ser misteriosa pero con un par de cigarros suelta algunos secretos, nos enteramos que habían discutido y aquello que muchos presumíamos pero no estábamos seguros y a decir verdad tampoco nos importaba en demasía, se había dado, nos enteramos que eran pareja hace un par de semanas, solamente la familia de ella conocía la relación y aunque en principio tuvieron miedo, terminaron aceptando la decisión. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta si hace tiempo las veíamos en todo lado, jugando, compartiendo incluso abrazadas?, en todas las reuniones dentro y fuera la universidad caminaban juntas, rozándose las manos, miradas cómplices y risitas casi desapercibidas, un par de veces las vi dándose un beso, lo que a lo lejos me pareció un simple saludo; era inconcebible que nadie se hubiera cuestionado hasta entonces tanta amistad, un sub grupo en el grupo. Nos contó que la relación se fue dando como se van dando las relaciones, se conocieron en clase del Sr. Robles, salieron al cine, a unas cafeterías del centro, los fines de semana a la 20 de Octubre a tomar unos tragos, nada del otro mundo. Con el paso de los días la relación se fue haciendo más estable aunque para su gusto Lucía se lo estaba tomando demasiado en serio, le había pedido ir con calma. Lucía no lo tomó tan bien y aceptó de mala gana mostrando desde un principio que para ella todo iba en serio y dando muestras a pantallazos de sus celos leves al principio y más fuertes luego. Comenzaron las discusiones, las peleas, las dudas, todo fue un proceso.

No las vimos un par de días hasta que Renata apareció callada, la alegría que suele derramar estaba casi apagada, vestía formal como no la habíamos visto en este tiempo y es que hace un par de días empezó a trabajar en una conocida empresa de telecomunicaciones, su tiempo en la universidad se había limitado a las clases esencialmente importantes, dejando a un lado las materias secundarias, asistía regularmente a clases aunque a veces llegaba, saludaba y se iba. Esto seguramente no debió haberle caído bien a Lucía quien acostumbraba a acompañarla a todo lado, sentimos un vacío. Los siguientes días la notamos distante, apagada, había cambiado los pantalones anchos y las blusas blancas por sendos jeans y chompas un tanto formales, dijimos entre nosotros que ambas habían dado un giro en la vestimenta y aún no sabíamos quien quería parecerse a quien.

Ayer invitaron al grupo a una reunión en el Valle de la Luna, todos iríamos el domingo, para unir más los lazos de amistad que últimamente se estaban distanciando, no sólo por el trabajo de Renata, las materias se hacían más complicadas, teníamos más trabajos que presentar, Pamela empezó a estudiar una carrera paralela, Psicología que según ella era su verdadera vocación, yo que entre las clases y los ensayos con la banda no participaba mucho en las reuniones últimamente. Valía la pena sacudirse un poco de los estudios, pensar que la vida no se resume a un montón de libros ni en estresantes sesiones de exposiciones o presentaciones de maquetas en escala, clases magistrales ni noches en vela, teníamos que sacudirnos el tedio, olvidarnos un día, sólo un día de la carrera. Inevitablemente tuve que disculparme, la banda se presentaba el sábado por la noche en Teliu’s y como siempre las tocadas suelen durar hasta las tres o cuatro de la mañana debiéndome quedar hasta por lo menos las cinco a recoger y ordenar los equipos para llevarlos a casa de Julio, no valía la pena ir adormilado y arruinar con mi acostumbrado dolor de cabeza la reunión, le dije a Pamela que vayan tranquilos, que llame a las once de la mañana antes que empiece la guitarreada y agarraba el Ford 80’ de mis padres llevando una o dos cajas de cerveza, que a esa hora seguramente ya haría falta y dos pizzas para pasar el día.

Se reunieron la noche del sábado, fueron a casa de Cristian, tomaron unos tragos cortos aprovechando que sus padres habían dejado la ciudad por cuestión de negocios o vacaciones, no sé, tomaron hasta las seis o siete de la mañana que es cuando contrataron dos móviles para que los lleve hasta la zona sur, no hubo problemas, nadie había perdido el conocimiento, no hubo quien se acuerde de comida o algo sólido para llevar, lo único que pareció raro a todos es el distanciamiento cada vez más pronunciado entre Renata y Lucía, no se dirigieron la palabra en toda la noche, cruzaron un par de miradas y nada más.

Pamela llamó a las siete treinta, siete treinta y uno, siete treinta y dos, siete treinta y tres y siete treinta y cuatro de la mañana pero como había tenido una noche agotadora no escuché el celular, lo dejé en el bolsillo de la chaqueta sobre el sofá. A las diez y treinta cuando desperté vi las llamadas perdidas y un mensaje de voz confuso, no entendía lo que decía, mencionaba algo que se salió de control y más nada, traté de comunicarme con ella pero su celular estaba apagado, intenté con Lucía y al tercer intento contestó un tanto adormilada y con voz temblorosa.

- Lo siento mucho, no puedo hablar, ha pasado algo, ven pronto, necesito que vengas ya mismo.

A las once, como había quedado, fui hasta el Valle de la Luna, a lo lejos vi a Lucía sentada en el piso, con marcas de haber caído o peleado, la tierra la llevaba en manos y cara, la ropa impregnada de un café claro y oscuro, sin zapatos, el cabello en total desorden y en las manos un objeto negro, pequeño, temblando y protegida con una manta de las que suele llevar a la universidad, tiene los pies fríos y por tanto carga siempre una en la mochila.

- Quiero irme, no quiero seguir aquí, vamos.

No se sentía bien, estaba demacrada y con signos de haber vomitado, eché un vistazo general y parecía que no había nada ni nadie por los alrededores, era una fría mañana de domingo y algunas gotas comenzaron a caer, le pregunté por Pamela, por Renata, por Cristian, ¿dónde se habían metido todos?.

- Quiero dormir, por favor, quiero dormir.

Intenté un par de veces más ubicar a Pamela pero daba mensaje el celular, así que no llamé más.

A las ocho de la noche cuando alistaba los instrumentos y afinaba la guitarra para el último concierto del mes, recibí una llamada de Carlos, me pedía encontrarnos en Café Ciudad en treinta minutos, su voz no daba lugar a dudas, era urgente, llamé a Juan, el baterista de la banda para que se encargue de llevar todo al boliche, nos encontraríamos más tarde, llegué al Café a las ocho y media; estaba intranquilo y con una mirada en las que no se necesita decir nada, supe que Pamela ya no estaba, supe que Renata ya no estaba, supe que Rodrigo, Cristian, Fabiola y Carla ya no estaban, ya no estaban, Lucía le había contado todo. Lloramos en silencio, nos abrazamos en un rincón, la sangre se congeló en mis venas, el frío que desde niño no he sentido, como cuando murió mi padre a los seis, apareció más frío que nunca, las palabras se perdieron en medio de un dolor contenido, no salía ni un “lo siento”. No pregunté que pasó, no me interesa saber, dije, llamamos a la policía e indicamos de la muerte de los amigos, de nuestros amigos, nos citaron a las diez, fuimos a las diez, en el más absoluto de los silencios. Fueron los minutos más largos que recuerdo estos años, más largo que aquellos en que duró la operación de mi padre, que aun de niño supe entender, más largos que la espera en el cementerio durante su entierro.

Lucía y Renata habían peleado hace un par de semanas y la convivencia se tornó insoportable, nacieron las dudas, las recriminaciones, se desafiaron, buscaron una solución a la relación, una propuso darse tiempo, la otra ignoró el pedido, prometió que si no era de ella, sería de nadie, sabía esto, Lucía me contó hace dos días su desasosiego, la pena que se había apoderado por completo de su vida, el insomnio que se había instalado en su cuerpo, por primera vez en la vida me contó su plan, había momentos en que se arrepentía, no quería dejar morir la relación, perder la amistad, sentía que el mundo se le venía abajo, me habló de muertos y de vivos, sabía lo que intentaría pero no creí que sucediera.

Ante la insistencia de soltar el arma trató por última vez de pensar, de aceptar, apuntó a la cabeza, al pecho, falló uno, dos, tres intentos, Renata no podía hacerle entrar en razón, lloraba desconsolada, gritaba que perdió todo y sin ella nada significaba su vida, la vida. Uno a uno los fue matando, no escuchó razones, en el pecho, en la espalda, todo se resumía a Renata, su amiga, su amante, su vida, pidió escuchar un último “te amo” y disparó, quiso detenerse pero una fuerza más grande que ella misma se lo impidió, no fue uno o dos, fueron tres disparos, lanzó los cuerpos al barranco. Vi el arma, vi los cuerpos, logramos limpiar lo que se podía limpiar.

Por el bien de las familias tratamos de mantener silencio, de reducir el ruido que este tipo de muertes suele provocar, de esos pactos que sólo nosotros solemos entender, no es necesario explicar nada, hay veces que la vida no tiene razones, no da razones, la muerte tampoco. Nadie pidió pruebas, ninguna familia buscó respuestas, en silencio recogieron los cuerpos, en silencio los llevaron a la ciudad, en silencio se hizo la autopsia y en silencio se dieron los entierros.

No preguntaron que pasó, a nadie le importa lo que haya pasado, las palabras mucho tiempo estuvieron ausentes en todos, en las familias, en nosotros, las imágenes volvían y en silencio se iban, callados caminamos por los pasillos de la universidad, tan vacíos, tan carentes de amistad, personas que vienen y van, recordamos a los amigos que ya no están, asistimos a clases y nadie se atreve a ocupar los lugares que ellos han dejado vacíos, respetamos su ausencia. Seguimos frecuentando la cafetería de la Universidad, el Internet de la 3 de Obrajes, el billar que está en la 5, no hablamos de la relación ni del grupo, de los celos o muerte, no hablamos de nada, poco a poco las puertas de nuestra marca tan cerrada y secreta se fueron abriendo hacia nuevos miembros, nuevos amigos y como todo en esta vida, fluye, avanza, nos reunimos nuevamente ocho, nos miramos, suele pasar, dice Lucía, suele pasar respondo, casi en silencio decimos, suele pasar, bajamos las diez o doce gradas que une el jardín a la calle, abrazados, de la mano, solo los vehículos que van a Miraflores iluminan las calles semivacías y los árboles nos protegen de la luna que esta vez ha salido temprano, nos miramos casi en complicidad irreverente y decimos, también hay problemas en el Paraíso.

21 comentarios:

Janeth dijo...

Me gusto, muy bien escrito, un poco largo si,.... solo algo me llamo la atencion, la muerte de los chicos, la chica que los mato se mato tambien?... no me quedo claro , creo que imprimire el cuento y lo leere con mas calma,.... te sigo leyendo amigo,....Ha! una cosita mas, tienes un premio en mi blog buscalo en mi blog por favor, se llama "Premio Rarezas"

juan josé dijo...

Uhu, es como largo...cuando salga la versión resumida le pego una leída. jejejeje, o esperamos a la película?

:o)

Lilyth dijo...

El que digas solo para fans me llevo a leerlo sin detenerme (me senti aludida jajajaja) y bueno, lo que me dejo pensando nada o poco tiene que ver con tu post, disculparas mi insolencia, pero continuo, pensaba que en Bolivia rara vez tenemos al chic@ que entra a un colegio/universidad y mata a todos porque se le salio un tornillo y pienso que se debe a que no nos vemos en la tele (diras ¿y eso que?) pero es como que los gringos cuando ven la mascara de viernes 13 y al grupo de turno que debe morir se ven a si mismos, son ellos los protagonistas y la vida pierde sentido mezclada con la fantasía, mientras que para nosotros la tele es pura fantasía, no estamos ahí... sin embargo, tenemos esa maldita costumbre de aprender lo peorsito y como anda de moda masacrar por gusto, me daría mucho miedo pensar que falta poco...

Te lo dije, no tenia mucho que ver con tu cuento (que disfrute) pero a veces las cosas que leo me llevan por pensamientos raros que necesito comentar.

Cecy dijo...

Me doy por aludida tambien como Lilyth, fue largooooo.
Me gusto mucho.
Bien narrado y la verdad que te mantiene a la espectativa hasta el final.

Raro final, pero muy bueno.

Besos.

NiNoSkA NoGaLeS dijo...

y como soy fan... tenía que leer tu cuento... y me deja atrapada... tu narración es buena y que creo que hasta pude ver a Lucía... igual me quedo en silencio....

lindas letras amigo!!!
saludos

Camélida del Viento dijo...

No lo he leido; y no lo leeré. A imprimir se ha dicho!!!!

Cuando son cosas largas, prefiero imprimirlas y leerlas para hacerme a la filósofa y sacar conclusiones ;)

Ah, y si está muy bueno, lo publico en mi blog y digo que es mío JÁ!!! Esas cosas pasan.

PSST! Tienes todo registrado en derechos de autor, no??? DEBES.

Besos Camélidos.

Asesino De Leyendas dijo...

janeth: si, es largo, pero como dije, solo los fans lo leerán. Lucía no muere, se queda con el protagonista y se va. Un beso y muchas gracias

JuanJosé: y dale viejo, echale una leida, vos lees cosas mucho mas coplicadas, un abrazo

Asesino De Leyendas dijo...

Lilyth: a veces creemos que la realidad ajena es muy ajena, no lo creo así, todo puede pasar en la vida, toido cuento tiene algo de real, esperemos que este no sea el caso, gracias por ser fan, un beso

Ceci: gracias por ser fan, es largo cmo dije, es un nuevo experimento, son aquellos cuentos que no publico en mi blog por ser largos, no sé si éste habrá valido la pena. un beso

Asesino De Leyendas dijo...

Nino: gracias por ser fan, gracias por el comentario, es una nueva experiencia que espremos se repita con certa frecuencia. Un beso en la distancia y gracias por el comentario

Camélida: ja!... si, tengo licencia de derechos de autor y este cuento ya fue presentado oportunamente a instancias correspondientes, así que no hay problema, tengo un amigo abogado que se encarga de eso. Las espaldasbien cuidadas en todo sentido. Un beso y ya investigué tb un poco sobre ti... ahora ya sabemos quienes somos verdad?, nuestra identidad secreta ya no es tan secreta, está bien así. Un beso

PD: espero te guste el cuento

Camélida del Viento dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Camélida del Viento dijo...

Ya. No pude, no lo imprimí, lo leí y releí algunos párrafos.

Está pulcro Gustavo. Se me crisparon los vellos!!!!!!

Tienes que publicar un libro lleno de tus mejores cuentos -pero ya-.

Me encantó el comienzo y el final, yo hubiese pulido un poco lo de las familias, así me hubiese parecido un cacho más real de lo que me pareció; igual, eso no le quita lo exquisito.

Felicidades :)

diiviina dijo...

Pues me uno a los fans, la verdad es que me encantó y no pude parar de leer hasta terminarlo, me gusto como lo terminaste, cuando lo estas leyendo comence a pensar mil posibilidades para el final de Lucía pero ninguna dio con tu final, ;) espero seguir leyendo más de tus cuentos.

Besos

Asesino De Leyendas dijo...

Camélida: gracias, el proyecto está latente, mientras con calma iré viendo otros cuentos, escribiendo, tb pienso que lo de las familias es un cacho raro, pero sería muy común decir que hicieron escándalo, no sé, vaya a saber uno si funciona algo así. Espero tb más cuentos tuyos, sigo esperando. Un beso en la nuca

Diiviina: gracias, habían varias opciones del final, me pareció ésta la más adecuada, vaya a saber uno si es la correcta, pero de eso se trata ¿verdad?, gracias por el comentario

Apolo dijo...

Bro, te pasaste, es más, me recordó a un par de amigas, bueno era 3 amigas, que andaban por todo lado, e incluso se tautaron el mismo diseño en el mismo lugar, cuando las chicas se enamoran entre si, "como amistad" no hay nadie que los detengan, pero cuando aparecen los celos y las posesiones tipicas de las chicas, peleas, etc. empiezan los problemas, no es casualidad tu cuento, todo tiene por donde empezar y la inspiración, claro que la chica muy radical de matar a todos para tener el amor de vida.....creo que antes de matarlos ella ya habia muerto en vida......

Me gusto mucho el cuento, no creo que sea tan largo talves lo hubieras hecho en capítulos.....estaría super y pequeño cuento de las enigmáticas chicas del atrio.....

Saludos men

Asesino De Leyendas dijo...

Apolo: gracias brotehr... si, hay algunos detalles que corregir, con el pasar del tiempo y los cuentos largos se irán dando más alternativas. Es cierto cuando hay amor entre mujeres, todo puede pasar, créeme, todo puede pasar.

Un abrazo

Cecy dijo...

Valio la pena...

Asesino De Leyendas dijo...

Gracias

Vania B. dijo...

Hasta que me di un tiempito y lo leí de principio a fin. (Yo también me considero fan por si acaso).

Esperamos más cuentos querido Asesino, no importa si son largos cuando son buenos como este.

Un abrazote.

Colibrí soñador dijo...

WOW!
sin lugar a dudas me identifico contigo al escribir, claro que yo EN MI VIDA logré escribir tan bien como tú...cuando crezca quiero tener un talento como el tuyo (cuando crezca... es la segunda vez que repito esa frase :P).
Felicidades Gus!
Un beso

Asesino De Leyendas dijo...

Vania: Gracias por el comentario, hay cuentos largos, quizás falta el valor para publicarlos. Un beso capsulita

Freeze: gracias manny, lástima que en el taller de literatura haya encontrado tanta resistencia a la forma en la que escribo, creo que son de buena manera, pero no sé, seguiremos en el intento, un beso en la nuca, gracias por la opinión

M a r u dijo...

Yo creo que tambien soy fan porque lo lei todo jeje. Uff me puso la piel de gallina. Me tuviste sin casi sin parpadear.
saluditos
maru de chocolate