lunes, 1 de noviembre de 2010

ME ENCONTRÉ CONMIGO EN UN BAR

El otro día me encontré conmigo en un bar.

Cuando entré, me vi sentado en una de esas viejas sillas, que de sillas sólo tienen el nombre, ya que son un rejuntado de madera sujetada por clavos que salen por todo lado y además están amarradas por un tanto de cuerdas, pitas y pedazos de tela, manchadas de sangre, vómito y un montón de porquerías que devuelve cualquier hijo de vecino que ha tenido más que suficiente. Me vi sentado con la cabeza apoyada en la mesa sosteniendo un vaso medio vacío con vodka, dije, ése soy yo, sólo a un cabrón como yo se le ocurre tomar vodka en una cantina de mala muerte, habiendo tirillo, cerveza o simple y puro alcohol que mate el hambre que generalmente llevo en el estómago. Me vi unos instantes y me di cuenta que seguía con la ropa que hace un par de días rescaté de una caja vieja que encontré en una de las esquinas del callejón donde suelo dormir.

Escuché el agudo chasquido del vaso al chocar la mesa metálica y vi que de un sopetón estaba seco, de un jale vacié el contenido de la botella otra vez en ese vaso hecho de lata de cerveza, intenté vomitar pero me di cuenta que hace días no había comido nada por lo que si nada había entrado, nada podía salir. Un rato de esos en que la habitación dejó de moverse, levanté la cabeza y vi que el antro estaba lleno, saludé al Topo y al Tincho que estaban en la mesa del frente con dos frías y un par de puchos, volví a ver el vaso que esta vez estaba medio lleno.

Llamé al desgraciado del Condori, que sirve las mesas y cuando puede sonsaca la billetera sin que te des cuenta y no sé cómo le hace pero luego, ésta aparece otra vez en tu bolsillo pero sin un quivo, y le dije, servime lo mismo que ese cabrón, mientras me señalaba, sosteniendo el pulso y tratando de no caer al piso, porque como ya dije, el boliche daba vueltas que daba miedo, a ochenta por hora, veía un juego de luces que bien podía ser de la comisaría, pero no, eran del Antofagasta. Acercó una mesa y me sentó a mi lado, no tan cerca que pueda sentir los fétidos eructos que salían como sinfonía en do menor, ni tan lejos que no pueda darme cuenta que había orinado ahí mismo sentado sobre mi pantalón. Lo agarré al Condori y le di dos billetes que era todo lo que tenía, recomendándole que baje el volumen de la música, que sonaba muy monótona (podía ser la sirena anunciando la llegada de los pacos, otra vez a joder la chupita) mientras tomaba uno de los puchos que estaba en el piso y empecé a quitarle sus últimos segundos de vida.

Pensaba, qué raro que justo hoy, cuando tenía más ganas de estar solo, me vine a encontrar en esta ratonera y que raro que hoy no haya llovido porque bien sabido es que en La Paz el rato menos pensado empieza a llorar el cielo y si no tienes donde caerte muerto, peor protegerte de una ducha forzada. Aquí está perejil, escuché de reojo mientras una jarrita y un vaso que de limpio no tenía nada las puso delante, pagué (impuestos incluidos) y mis bolsillos qudaron más secos que labios de perro muerto, dije salud!, en la otra mesa nadie respondió la gentileza porque a esa hora mi otro yo, yacía ebrio, la cabeza colgando y restos de vómito en la polera y dije, así son los ebrios, salud!

6 comentarios:

IncOmpreNDeuS dijo...

Esto me hizo pensar;

Tal vez Muchas veces me ah sucedido…

Tal vez nunca eh sido capaz de reconocerme...

Tal vez es que solo volteo la mirada y evito verme a mí mismo para evitar un auto reproche =/ …

Muy buen relato asesino…

Saludos =)

sandocan en bicicleta dijo...

excelente!
me atrevo a decir que de lo que mas me ha gustado!
ya de por si, el titulo me atrapo muchisimo.

por fin me pude hacer un rato para venir a leerte como corresponde. y valio la pena.
Un saludo desde la lejania.

La Caperucita dijo...

Toda una revelación existencial querido asesino!!!! Sería buenísimo que en una secuela lleguen al diálogo, te imaginas que se dirian??? Y de borrachos de paso!!! O te reconcilias o te das a golpes y luego se siguen farreando jaja

Un abrazo!

Asesino De Leyendas dijo...

Incomprendeus: así es, a veces uno no se reconoce ni en los mejores ni en los peores momentos, pero me parece más grave cuando lo haces, q te vale un rábano verte así. qué le vamos a hacer, un abrazo

Sandocan: un gusta, andaas medio ausente de las letras a ratos eh?, gracias. Un abrazo hasta la lejanía

Asesino De Leyendas dijo...

Caperucita: mi caperuzza favorita, es que un diálogo conmigo mismo, entre dos ebrios no sé cómo saldria, sería buen experimento intentar, tomo apunte, un enorme saludo

M a r u dijo...

Esos dialogos con uno mismo, que luego sacan lo que uno menos se imagina mi estimado asesino
aca yo esquivando balas por doquier, te mando un beso en la frente
chao