miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL TROPEZÓN

En La Paz hay un antro (putero) llamado Tropezón, está en la calle Vicente Ochoa (o lo estaba cuando vivía allá), un antro donde el que no cae, resbala, una puerta metálica en el ingreso, un pasillo largo que había que entrar rapidito para que los vecinos no lo vean a uno, subir unas gradas, previa invitada de un pucho a don Esteban, que aún con sus años sacaba nomás de un puntazo a los metelíos. Por igual uno encuentra a k’epiris, auteros, borrachos, universitarios, ejecutivos, presentadores de noticias o alguno que otro político dándose una vueltita de popularidad, para contar al día siguiente entre los camaradas que fue al Trope y se cogió a la Perucha.

Las mesas y sillas pedían su retiro definitivo, pero la Euge nada, les echaba un trapo mojado encima y les sacaba brillo hasta que a veces uno podía verse clarito reflejado en ellas, si hacía frío encendían la calefacción, consistente en una estufa alimentada por una garrafa en medio del boliche. Si explotaba, luego los pacos deberían entrar a recoger a montones los cuerpos de las filomenas y parroquianos que tranquilamente podían pasar de la centena.

Estaba el Beto, a quien conocí en una de las cantinas de la Buenos Aires y desde que nos sentamos y lloró por una de sus birlochas, nos hicimos amigos, bastaba que le llamara unas horas antes y me tenía listita una mesa en un lugar estratégico, donde podía ver tranquilamente y sin que nadie moleste, el menear de caderas, quien entraba y salía y si llegaba una buenota, ser el primero en agarrarla y llevarla a la mesa. Con diez pesos de propina se conseguía eso y si le daba diez pesos más, traía un vaso realmente limpio y no enjuagado con otra cerveza en la barra.

Había días que no pasaba nada, ni fu ni fa, no había ambiente y entonces uno tenía que retirarse a otro boliche por Tembladerani, pero también estaban los días, especialmente viernes y sábado, que uno la pasaba bien con cincuenta pesos, toda la noche metiéndole duro a las chelitas y al pucho, mientras las imillas le metían como descocidas a la charla, a maquillarse, a ver si entraba uno de sus clientes VYP (vejete y putero).

La Mafalda, una mujer que rondaba los cuarenta años, minifalda siempre negra, saquito rojo y maquillada como Dios manda, vigilaba a las muchachas, que ninguna fuera manoseada, insultada ni jaloneada por los borrachos que como opas miraban desde la entrada o gritaban desde sus sillas cuando ya el dios Baco había hecho presa de ellos. En el fondo era buena gente aunque a veces te metía mano sin más ni más o se bebía de un trago tu chelita (siempre fiel, la única fiel) y entonces te decía: ésta naranjas fantas en la cama, esta otra anda con la visita del cartero, aquella otra está con una venérea hace tiempo, si te la coges a ésta viene su macho y te revienta un botellazo en la nuca, ésa tiene los pechos cero, etc..

Los baños eran cosa aparte, olían a lavandina, naftalina y orines, no sé cual era más fuerte. A veces se formaban filas para deshacerse de los líquidos corpóreos que sobraban y si uno se tardaba mucho, su mesa ya estaba ocupada por otro y ni a quien reclamar porque la indiada es jodida y cuando está borracha peor todavía, rompía una botella en la mesa y meta a la pelea, se podía formarse un desmadre, navajita en mano incluida, para esas ocasiones estaba el Beto, que cuidaba como perro mastín la mesa de uno.

Trabajaban en sus buenos tiempos, la Perucha, la Cuchipampa, la Miss Chijini, la Risitas, la Hortensia, la Paola, la Panchita, la Rosío y otras que no recuerdo.

5 comentarios:

Vania B. dijo...

Buenos relatos mi querido Gus. La vida nocturna en Chiquiago da para relatos interminables que te hacen sentir como si los antros más antros fueran obras de arte.

Un abrazote.

Janeth dijo...

El Tropezon, si no caes te tropiezas en uno de esos, vaya lugar,...Una ves mas complacida con tu relato amigo, me encantaron los nombres de las muchachas del lugar, muy simpaticos jejjejje, estoy leyendote siempre...

Asesino De Leyendas dijo...

Vania: Gracias capsulita, son varios antros que conozco, de mi época dorada, iré escribiendo poco a poco de ellos, muchas gracias por pasarte por mi boliche.

Janeth: así es, si no caes, resbalas, si son nombres que se ponen o les ponen, por sus características, sus jodas o lo que sea, son nombres de lo más divertidos
Un beso en la nuca

Cecy dijo...

Me gusta como lo narras.
Tan bien que parece que lo estoy viendo.
Ademas en todos lados parece que es igual o mas o menos.

Un beso querido ASESINO!

Asesino De Leyendas dijo...

Cecy: muchas gracias, en todos lados se cuecen habas (dicen), parece ser, un beso en la nuca