
A ELLA, A ELLOS, A NOSOTROS...
Camino contando los pasos hasta la parte posterior que muestra el restaurante de lujo que con sus luces de neón parpadea, uno de los focos no está bien, debían haberlo cambiado hace días, unas ropas en los tendederos de los vecinos, unos zapatos colgados en los cables de teléfono del vecino, una pelota de color azul y verde en un rincón, pinchada, sucia, dos palomas quietas miran el horizonte, unas ramas en el pico, a una le falta una pata, que importa tienen alas, no les hace falta patas. Han pasado ocho años y la vida sigue igual, los domingos a la misa de las nueve y media, la de las siete se me hace muy temprano, ¿qué voy a hacer a las ocho en el centro de la ciudad?, dar de comer a las aves, ver como juegan los niños mientras los padres a lo lejos hacen de oídos sordos pero los miran atentos a que nada les pase. Un aire tibio corre de norte a sur, las estrellas han empezado a salir, algunas parecen estar más cerca de lo habitual, aquélla es de color celeste, ésa parece un poco más blanca, ésa, ésa no tiene color, un brillo pero no tiene color.
Tengo a veces deseo de ser nuevamente un chiquillo, y en la hora que estoy afligido volverte a oír…, hace tiempo que no veo a mis padres, seguramente mi madre ha de estar tan inquieta como siempre, limpiando y ordenando aún el cuarto que hace años no ocupo, cambiando sábanas, comprando almohadas, desempolvando el empapelado de las paredes pensando que cualquier día voy a volver, saliendo en las tardes a la calle Comercio a dar una vuelta pensando que no hay más flojo que el que no tiene nada que hacer, buscando una lana de color amarillo, de noche se va a poner a tejer pensando que en mis salidas el frío entra por el cuello, nunca está demás una chalina repite cada vez; de pedir que me abraces y lleves de vuelta a casa, que me cuentes un cuento bonito y me hagas dormir…Mi padre seguro la acompaña y cuando está cansado prefiere ver un partido de fútbol, no le importa quienes juegan un partido es un partido, a ratos la mente se le entumece y el sueño le vence con facilidad, despierta y se vuelve a acomodar, mira a los costados y si mi hermana ríe le dice que está equivocada, él no duerme de día, aún las fotos que le toma y le muestra como evidencia, dice que no es él, se parece mucho pero no es él, ríe y va en busca de su soda, unas galletas, se mira al espejo y se peina, sigue vistiendo la camisa blanca de hace años, la chompa azul, el pantalón plomo y las pantuflas que solo se quita cuando va a salir.
Muchas veces quisiera oírte hablando, sonriendo; aprovecha tu tiempo tú eres aún un chiquillo…, una noche de noviembre luego de recibir una llamada de mañana, entré al cuarto de mi madre y sentándome a su lado me eché y vimos un capítulo de Marco, el niño que va de Italia a Argentina a ver a su madre que piensa ha de estar enferma. Te cuento que he tomado la decisión de irme a vivir lejos, es por mi bien, necesito cambiar de aire, de rumbo y hacer que muchas cosas en mi vida tengan sentido, me voy mañana, toda la tarde he ordenado las dos maletas que voy a llevar y un poco de dinero ahorrado, sé que me entenderás, tú también de joven dejaste tu casa e iniciaste una nueva vida, siento que necesito cambiar; a pesar la distancia y el tiempo no puedo olvidar, tantas cosas que a veces de ti necesito escuchar…, una lágrima baja su mejilla, se toma las manos y se niega a verme, siento que el corazón se me parte en pedazos, nunca volverá a ser el mismo corazón de madre que he conocido, que he sentido, no recibiré los besos que a diario busco con cualquier pretexto, la caricias que doy en sus cabellos y que el tiempo se ha encargado de cambiar a un blanco que me gusta y siempre me va a gustar, lo sé, te escuché hablando esta mañana, qué puedo hacer hijo, así es la vida, como madre sólo te puedo apoyar aunque se me parta el corazón, siempre vas a ser mi hijo, siempre voy a ser tu madre, eso no va a cambiar. A lo lejos las luces parpadean los autos van subiendo por la avenida principal mientras otros bajan al centro de la ciudad, una pareja camina por la calle vecina, ella sostiene un bebé de meses en las manos mientras él empuja un carrito en que uno niño grita y mueve los brazos mientras dice algo que no logro entender.
Cuantas veces me siento perdido durante la noche, con problemas y angustias que son de la gente mayor…, tan en su mundo, tan en otra cosa, se ha casado mi hermana hace un par de años y ya tienen dos hijas que son de lo más sencillas, la mayor es inquieta y habladora y pronto cumplirá tres, la menor aún con dos va descubriendo lo que sus manos pueden destruir, arranca las hojas de papel y se las lleva a la boca, toma una sonajera y la lanza como misil a la cabeza del primero que se interponga entre el espejo y ella, ha hecho su vida, ha formado un hogar, no perdimos una hermana, una hija, ganamos un hermano, un hijo, me repito siempre que así es, también nos ha avisado que en un par de semanas se va a Chile, siento que el corazón de madre se parte aún más, el corazón de padre se detiene y se pregunta que la vida es injusta, se los cría con tanto cariño y ellos se van; con la palma apretando mi hombro seguro dirías, ya verás que mañana las cosas te salen mejor…, la menor empieza a recorrer el mundo de las oficinas y trabajos que le va a costar poco encontrar, siempre en su mundo, apática, encerrada entre sus libros, discos y el rock que tanto le gusta pero tan poco se da la tarea de cultivar, sus enojos constantes, los caprichos permanentes cuando las cosas no le salen bien, sus encierros sin hablar pensando que los demás siempre están equivocados y que ella tiene razón. Miro hacia arriba y cierro los ojos, tengo ganas de volar, no en el espacio que divide mi cuerpo del cielo sino en el tiempo, jugar cuando niño con los autos que en las tiendas miraba y no podía tener, patear la pelota en la cancha de la zona, sin amigos ni nadie, sólo yo, patearla contra la pared una y otra vez, abro los brazos y me transporto a ese mundo que quiero volver, siento un ruido en los oídos y pienso que el viaje está comenzando, bajo la cabeza.
Cuando era niño y podía llorar en tus brazos, y oír tanta cosa bonita en mi aflicción…, los primeros meses de sufrimiento contenido, noches enteras llorando en mi habitación, encerrado entre cuatro paredes escribiendo las cosas que estaría haciendo en mi casa, los amigos bebiendo en la dos de Obrajes, las amigas cantando mientras el Gordo toca la guitarra y todos abrazados van secando las botellas que en el piso se han formado como hilera al borde de las gradas y que de seguro unas copas más el Chapaco de una patada las mandará cuadras abajo sin ver si alguien pasa o un auto está al frente; y en momentos alegres sentado a tu lado reía, y en mis horas difíciles dabas tu corazón…, Ana de seguro sigue saliendo con ese paraguayo que trafica droga pero se niega a aceptar, aún me buscaría pidiéndo consejo y al caer la noche volvería a sus brazos repitiendo que todo es mentira, la policía miente, sus hermanos mienten, miento porque piensa que quiero volver. Mariel seguirá visitando los salones de belleza buscando un lugar para ella, siempre tan atenta a los cursos que dan por la zona sur, viajando a Tarija, Sucre, a veces Argentina y de vez en cuando Uruguay, todo por actualizarse, ha estudiado conmigo en la Universidad, hemos salido juntos pocos meses y cuando decidí viajar tomó sus maletas y se vino a vivir al cuarto que elegimos una mañana de viernes, aún recuerdo sus sueños de crear un centro de belleza, sillas reclinables, espejos empotrados, ocho empleadas y equipos que serán lo mejor que este país ha de tener, escuchará cada palabra de mis sueños pero buscará los de ella y a los pocos días volverá porque tiene su vida que no es la mía y de nadie más. Apoyo los brazos en la baranda y me suspendo levemente en la pared, la noche es tranquila, me gusta subir, echarme en el tejado con los brazos cruzados pensando que fue de mi vida, que es de mi vida, que será de mi vida, esta noche un par de lágrimas me han salido y no sé porque, hace tiempo que no lloro, es bueno llorar, te sale la impureza del alma, tendría que llorar días y días para que mi alma tenga algo de paz, aquélla con la que un día llegué.
Tengo a veces deseos de ser nuevamente un chiquillo, el pequeño que tú todavía crees tener…, siento la voz entrecortarse y alguna lágrima que se le va, aún cuando disimula que está bien, que me cuide, que coma para no enfermar, que me ponga el pantalón café y la camisa naranja ladrillo, sienta bien que tomes tus antialérgicos, no te olvides poner el despertador, cierra bien la garrafa, echa llave la puerta, asegura la ventana, diré a todo sí pensando que estando en casa un beso bastaría para el buenas noches. Cuando a veces te abrazo y te beso en silencio encendido y me dices aquello que yo necesito saber…, La tendría cerca, le diría que extraño los besos cada rato, acurrucarme en su regazo mientras acaricia mi cabello, me miraría y aún pensaría que estoy en colegio, preguntando si ya terminé la tarea, el estudio te llevará lejos, la abrazaría llamándola “viejita”, acariciando su rostro, apretándome entre sus brazos mientras se hace a un lado diciendo que la deje tranquila, pero en el fondo de sus ojos vería que le divierte aun mis travesuras, extraña mis buenos días y buenas noches, pensar que durante mis salidas nocturnas tengo la seguridad que al llegar a nuestra casa siempre la veré en la ventana, con la frazada en los hombros, una gorra y las llaves de la casa, me dirá que no le gustan las farras, de noche todo pasa y el peligro ronda a quienes lo buscan. Me siento tomando las plantas de los pies con las manos preguntando que ha sido de mi vida, si aún vivo de recuerdos, qué pasa con la vida, en silencio veré como se acerca la noche y me abraza en complicidad absoluta, cantando cerca las notas de la canción con que vine, con que me iré… Lady laura, abrázame fuerte, Lady Laura y llévame a casa, Lady Laura y cuéntame un cuento, Lady Laura.