Sólo para fans 2 (Un cuento en que la ficción supera a la realidad)Un extracto muy personal, demasiadoAÚN NO SABE
Asistía a clases con frecuencia moderada, se sentaba al fondo, al lado de la ventana que da al jardín y se perdía en recuerdos ausentes, manejaba la indiferencia como usual arma de defensa, deseaba conocerse a sí misma, hablar con nadie, tenía un miedo único a la presencia de todos, se sentía única, diferente, sencilla y exclusivamente extravagante. Venía de una familia disgregada, sus padres habían terminado la relación cuando ella cumplió doce, desde entonces creció junto a su madre y hermano mayor, como decían sus tías fue madurando entre paños, eso mismo hizo que creyera durante muchos años que nada malo le podía suceder, siempre estaba su familia para ayudarla, para protegerla, estudiaron en el mismo colegio y el refugio era él, su arma era él, no tomaba decisiones, no hacía caso a los demás, su hermano decidía por ambos, así se sentía tranquila, así fue creciendo.
Escuchaba música a escondidas desarrollando una imagen propia, exclusiva, extraña, le gustó el estilo gótico y rápidamente se identificó pero no la música ni el pensamiento que años más tarde recién entendió, era la vestimenta lo que le llamó la atención, a los dieciséis años renovó su vestuario, compró las blusas negras, las faldas y vestidos, los aros y collares, el lápiz labial, el brillo, los zapatos y mochila, todo negro, reflejaba su alma, su inocencia contenida, su rabia perdida, su silencio vacío, preguntaba constantemente si ese cambio se debía a un proceso, a una evolución, negaba su existencia y leía aquellos libros que le traían paz, armonía, alivio a sus penas.
¿Será que dentro el movimiento que el universo tiene, habría un destino marcado para ella diferente al de sus padres, diferente al de Oscar que ya no está?, Oscar, quería olvidarlo, cerrar ese capítulo de su vida; soñaba con vidas pasadas, creía que en la Edad Media murió durante una batalla, defendiendo uno de los reinos de la cual era guerrera, pensaba en su agonía sangrienta, contó en algún momento que había sido detenida junto a varios soldados y quemada en acto público, aún sentía las llamas del fuego en su piel, mostraba unas marcas de nacimiento como señales de torturas pasadas, se creía la historia, me hacía creerlas, su silencio era producto de experiencias vividas, de una reencarnación dolorosa, del ese proceso de purificación del alma que solo ella entiende.
Esperábamos el final de la clase y salíamos en silencio, subíamos a la cafetería de la universidad y nos quedábamos horas hablando del esoterismo, de la guerra de ángeles que se desataba en el cielo y el infierno, cuenta que cuando se creó el universo ella participó en la batalla final, aquella que decidió la expulsión de un tercio de los ángeles; creía que tenía un tercer ojo y por tanto veía cosas que nadie más lo hacía. Cuando caminamos por el zoológico una fría mañana de viernes, dijo casi instantáneamente al tiempo que cerraba los ojos, puedo ver sin ver, camina primero despacio, no levanta los brazos ni extiende las manos, confía en su don, empieza lento sorteando piedras y gradas, arbustos y hojas, por un momento creo es cierto, me coloco a un costado de ella y con ademán de protección la tomo por la cintura a distancia, no vaya ser que caiga y me sienta culpable, sopla un viento frío, las hojas vuelan y se hace oscuro, se vuelve oscuro, una niña corre con un pedazo de pan, los hace migajas y da la comida a los patos que se agrupan en un rincón del charco, mientras sonríe levemente, agita las manos y vuelve a la banqueta donde están sus padres, con un nuevo trozo de pan vuelve la rutina, ríe, es lo máximo, no hay como los patos, el agitar de sus alas, lleva una chapas en las mejillas, son de un color oscuro, quemada por el sol, pero su sonrisa no tiene precio, la vemos y reímos, su sonrisa es dulce, muestra los dientes amarillos, pequeños, los ojos negros y profundos, caminamos a la sección de leones, están lejos, muy lejos, no los veo pero ella dice que dos de ellos están durmiendo sobre una de las tarimas de madera colocadas al lado del árbol, otro anda mirando a los costados sacudiéndose el aburrimiento que lleva desde que llegó hace unos cuantos meses a La Paz, un cuarto está ausente y el quinto anda por ahí buscando un poco de sol, está nublado, mira hacia arriba, se deja caer en medio del pasto, siete leonas les hacen compañía, están echadas a un costado del campo, durmiendo en manada, tres cachorros están aislados hasta que desarrollen defensas y crezcan un poco, se acostumbren al frío que hace en la ciudad.
Toca el Virrueta esta noche en el Socavón, tenemos que ir temprano para agarrar una mesa y luego rematamos en la inauguración de la discoteca de Sandra, siempre con planes, si no fuera porque parece que a ratos quiere olvidar el reciente divorcio de sus padres, Alberto, da la impresión de estar conectado conmigo, somos los mejores amigos y quien me presentó a Mariel, canta en la Sinfónica Juvenil desde hace algunos años, aunque no hizo un “solo” aún, es su objetivo a corto plazo y el tributo a Mozart está a la vuelta de la esquina, ¿cuándo te vas a casar?, parece que Elsa es buena persona y se llevan muy bien, no sé, las cosas se irán dando como se han ido dando, no hay prisa. Vamos a lo del Virrueta, llegamos a las diez, debíamos estar a las nueve, pero llegamos a las diez, Mariel tuvo un retraso, dice que lo negro de sus botas y vestido no combina con el negro de sus labios, es un negro diferente, tienes que entender que debe que ser el mismo, sonrío, veo el reloj en silencio. Estamos juntos hace dos semanas y aunque al principio fue todo un misterio, hoy vamos bien. Suenan dos covers de los Cadillacs, habla de sus inicios, da gracias a los amigos, da gracias a su madre quien le compró su primera guitarra a los doce años, hace un recuento de los integrantes de la banda, habla cómo se conocieron, algunos por amigos, otros en la universidad, pregunta que canción sigue y continúa con los Auténticos Decadentes. Tomamos unas cervezas, pregunta si la quiero, respondo con un beso en la frente, la abrazo, no digo ni si ni no, la abrazo y le doy otro beso en la frente, es como una niña, necesita escuchar que la quiero, soy como un niño, necesito escuchar que me quiere, necesitamos saber que es lo mejor que nos ha pasado, no necesito más, no necesitamos más, cada beso, cada caricia refleja lo que siento, a veces en la frente, a veces en la mejilla, cada pregunta va seguida de un beso.
Me saco el reloj porque dice quiere verlo, pregunta donde lo compré, un día sentado en Plaza Murillo mientras hacía hora para la misa de las nueve se acerca una señora con su nena cargada en la espalda en un aguayo sucio, pregunta la hora, miro la catedral y digo las ocho cuarenta y cinco, dice si tengo reloj, saca uno del bolsillo de la chompa, treinta bolivianos, es por una buena causa joven, saco la billetera y le doy cuarenta, la nena agarra en sus manos una sonajera que de tanto hacerla caer está abollada y sucia, aún así se la lleva a la boca, la mira, la agita y se la vuelve a llevar a la boca, la hace caer, me inclino, le doy el juguete que tanto quiere, sonríe, me mira y sus ojos vuelven al rostro de su madre que esta vez lleva una sonrisa de dolor. Deja de ser mío, se lo pruebo, lo coloco en la muñeca derecha, lo mira, sonríe, mira mi cara y cierra los ojos, levanta la cabeza, abre los brazos y me quedo viéndola, no combina con su vestido negro pero combina con ella.
Las doce y media, el Virrueta se despide y da las gracias, son amables, gracias por su presencia, hasta la siguiente, Alberto, Zuri, Ismael y yo vamos, lo felicitamos, la primera presentación ha tenido bastante público más allá de familiares y amigos de curso han ido los que suelen ir, a descubrir talento, aún no saben pero tendrán éxito después de unos meses de tocar en algunos pubs de la ciudad, aún no saben pero van a grabar dos discos y después de una gira nacional y unas peleas como las que hay siempre en estos grupos han de decidir separarse en medio de discusiones de derechos de autor y propiedad del nombre de la banda, aún no saben pero su última presentación también será en el Soca y estaremos los mismos que fuimos a la primera, el Virru dará las gracias, recordará a sus amigos y a su madre que le compró su primera guitarra a los doce años, iniciará un nuevo proyecto que lo llevará por más ciudades, los demás tomarán su rumbo, formarán parte de otras bandas, no se unirán sino hasta después de cinco años en que tocarán para amigos y unos cuantos más.
El terno me queda bien, es la corbata que no convence, creo no combina con la camisa, digo, tiene razón, no combina, ella ha necesitado dos horas para elegir su vestido, los zapatos y la cartera, lleva un collar delgado y en el centro un corazón partido. Recuerdo que dejé los anillos en su casa, debemos ir temprano y ver el tema del auto, no creo que Alberto nos perdone llegar tarde, es el día, su día y aunque no quiera reconocer, forman una linda pareja, encontró en Elsa la mitad que le faltaba, también está en la Coral Juvenil, en la misma universidad, una boda sencilla, el sacerdote pide respeto, amor y comprensión, él la mira despacio, ella sonríe en silencio. La abraza, dice casi en complicidad secreta que lo ama, él responde que la ama, entrego los anillos y termina en una fiesta que todos recordamos, le doy gracias por presentarme a Mariel, me da un abrazo y dice que es mi turno. ¿Así seremos nosotros?, respondo, no, será mejor, lo nuestro es mágico, lo nuestro está escrito. Aún no sabe pero tendrán dos hijos, el primero morirá durante el embarazo pero se repondrán rápido, aún no sabe pero se mudarán a un departamento en Sopocachi y comprarán muebles nuevos, comprarán una computadora y un juego de ollas que él llegará a odiar, aún no saben pero encontrarán trabajo, él en una ONG dedicada a temas ambientales y ella en la Alcaldía como asesora del Departamento Jurídico, serán felices y perderemos contacto cuando espere su tercer bebé, nos encontraremos un par de años más tarde, preguntaremos que fue del cabello que había en nuestras cabezas, me tocará la barriga y pensará que la vida ha sido buena conmigo, compraré dos discos que ha editado y los guardaré en la sala, cuando esté con dos copas escucharé y pensaré, que fue del cabello que había en nuestras cabezas.
Llegamos donde Sandra y saludamos a los amigos que están sentados en los sillones de cuero negro dispuesto a los costados, otros de pie abrazados recordando las novias y novios que han dejado y olvidado, otros en la barra hablan con el barman que sirve sin tiempo un destornillador, una margarita, un whisky, cerveza, la música está fuerte, llevo su chaqueta a guardarropía y dejo los guantes, la chalina y el abrigo, la veo, su vestido negro, botines de cuero alto, los labios de un negro mágico, el cabello lacio a los hombros, las uñas negras, un perfume que huele a campo, me recuerda el aire puro de Valencia y el collar que ilumina el alma, recuerdo su tercer ojo, el primer abrazo cuando tropieza, antes de caer la agarro por la cintura, confiesa unos días después que pensó iba a nacer un beso, confieso que tenía que nacer un beso, reímos y nace el primer beso. Se acerca Ismael y dice que me andan buscando en el baño para entregarme una invitación, le pido se quede con Mariel mientras vuelvo.
Que coincidencia que pensáramos al mismo tiempo el primer beso, veo el reloj y son las once de la noche y en el Prado caminamos abrazados.
Está Vania y me entrega un papel, lo abro y dice “un beso, solamente un beso”, me rodean Alberto, Zuri, el Virru, me empujan, la música suena fuerte, el juego de luces ciega todo, se acerca y nos damos un beso, aparece su novio y cuando veo que el puño ha de llegar, aparece entre todos, toma mi mano, ¿donde te metiste amor?, están tocando nuestra canción, bailamos abrazados, aún veo venir el puño, se da cuenta y me abraza. Aún no sabe pero en un par de semanas tendré una relación casual con Vania, que desde ese día llega temprano al curso, se sienta en la primera fila, al salir deja un papel en la mesa que dice “lo que pasó tenía que pasar”,aún no sabe pero Beto contará al Virru y Zuri porque también la quiere y piensa que al saber del beso cederá a una aventura pasajera, él no lo quiere pero lo intenta, sabe que Elsa está en casa y no duda de él.
Los amigos son raros, aunque no sea su ambiente la tratan bien, la banda reunida le pregunta que piensa, que siente, que cree, responde despacio, con calma una a una las pregunta, explica del más allá, el transitar de las almas, su purificación, el paso de una vida a otra. Caminamos en silencio por San Miguel, Calacoto, juntos vamos en silencio, las luces de los autos son como estrellas fugaces que vuelan y pasan a los costados, rápido, en silencio, nos basta la compañía del otro, parece que hace frío, lo siente, lo siento, hasta que llegamos a Obrajes y decidimos ir a tomar un café al centro, Café Ciudad está abierto las 24 horas, hablamos un rato, tiene esa mirada en silencio, sé lo que ha de preguntar, sabe lo que he de responder, hablamos de nosotros, de los otros, no voy a confesar lo que ella ya sabe, es mejor así.
Conocí a su familia unos días atrás, su hermano es desconfiado, pregunta de la universidad, si trabajo, donde vivo, su madre, Narda, más contemplativa hace señas para que se calle pero él lo toma en juego, cuenta cómo era cuando nena, la niña más tranquila que alguien haya conocido, de sus juegos de horas y horas con papeles de colores, su manía por dibujar y escribir, dejar huellas de su vida, sus inicio en el kinder, sus pocas amigas y las quejas constantes de las maestras del ausentismo que demostraba a diario, sus primeros días en primaria, la muerte de su padre, las preguntas inocentes acerca de la vida, el matrimonio y el divorcio, su vida en secundaria, las amigas e influencia que una tal Romina ha tenido en ella, nunca he oído de ella y aunque salen todos los días tampoco sabré mucho de ella, su ingreso a Psicología en la Católica, su mundo de libros y discursos reprimidos que solo lo hace para un grupo de personas, un reducido grupo de personas entre las que no estoy, las noches de música clásica y tranquila, los dibujos en los que suele retratar la muerte de su alma, la reencarnación en otra vida, su nueva imagen, la necesidad que tiene de quedar horas frente al computador revelando en completa indiscreción sus miedos y temores en un blog anónimo que es seguido por tantas personas que unas a otras se consuelan a sí mismos, las noches de reflexión y oración, su odio y desprecio por lo común y banal, su apego a lo oscuro, a lo negro, dice gótico pero no creo que entienda el significado de esa palabra, tampoco lo entiendo, es un cliché. Aún no sabe, pero Narda sufrirá cuando muera su hijo en un accidente de bus durante uno de sus viajes a Copacabana, aún no sabe pero en un par de meses ya no vivirá en la casa que ocupa sino en un hogar de ancianos a los que voluntariamente recurrirá para no sentir que se ha convertido en una carga para Mariel, aún no sabe pero le detectarán un cáncer en el pulmón izquierdo y se negará a someterse a tratamientos de quimioterapia por miedo a perder cabello y las fuerzas que apenas tenga para asumir la noticia, redactará una carta y pondrá en orden sus bienes, aún no sabe pero tres días antes de noche buena morirá habiendo soportado dolores que creía no existían, verá consumirse el cuerpo que la ha albergado hasta no reconocerse al espejo, se preguntará antes del último suspiro si Ha sido Dios o el diablo quien ha definido su destino, seremos unos cuantos quienes asistamos al velorio y entierro.
Empezamos a vivir tres meses después de la fiesta de Sandra, le pregunto si me ama, me pregunta si la amo y sin que digamos nada, a la semana está un camión en el edificio descargando sus cosas en el departamento que tengo en Irpavi, aunque los días pasan como tienen que pasar, el proceso de acostumbrarnos no fue difícil, ella con su amiga, yo con el grupo, solemos ir a casa de alguno de ellos y tomar un par de whiskys, hablar durante horas de nuestras vidas, de las últimas materias que cursamos, han pasado años y aún nos reunimos. Solemos ir al mismo café los viernes por la noche, al cine los sábados en la tarde, a caminar por el Prado los domingos en la mañana, pregunta si la quiero, respondo con un beso en la frente, la abrazo, no digo ni si ni no, la abrazo y le doy otro beso en la frente, es como una niña, necesita escuchar que la quiero, soy como un niño, necesito escuchar que me quiere, necesitamos saber que es lo mejor que nos ha pasado, no necesito más, no necesitamos más, cada beso, cada caricia refleja lo que siento, a veces en la frente, a veces en la mejilla, cada pregunta va seguida de un beso
Tengo que cambiar de ciudad, mira en silencio la ventana, no dice palabra, no pregunta porque, los autos pasan a cuentagotas el primero es rojo, un Ford rojo, sigue un taxi, Avenida del Poeta, Miraflores dice el cartel, una vagoneta Toyota, la tomo de la cintura, la acerco a mi hombro y pregunto si quiere cambiar de ciudad, mira en silencio el cuarto, la luz entra por la ventana e ilumina gran parte de todo, la cama está tendida, la colcha amarilla pálida que tanto le gusta, la música instrumental nos acompaña como todos los días, un libro en la mesita que da a su lado, unos papeles en la mesita que da a mi lado, sale el sol con miedo y viendo si hay nubes que la menosprecien como ayer y antes de ayer. Aún no sabe pero en un par de semanas enfermará y a pesar del tratamiento que digan los médicos morirá un año más tarde, del mismo cáncer que ha muerto su madre, aún no sabe pero dejará un niña a la que no verá crecer, saltar, jugar, pronunciar sus primeras palabras ni escuchar sus primeras canciones, Pimpón es un muñeco muy guapo de cartón… aún no sabe pero se sentirá la mujer más feliz del mundo cuando al verse en la cama del hospital reciba un tarjeta que diga “te amo como el primer día de nuestras vidas” cuando vea a la bebé en sus brazos, llorará en silencio, los ojos se le pondrán rojos y un suspiro de resignación le anuncie que así debe ser, aún no sabe pero un mañana de diciembre un grupo de amigos de universidad velará sus restos en Miraflores y le dará su último adiós en el Cementerio Jardín, será una mañana nublada y las gotas caerán como caen cuando alguien que ha vivido en paz muere, sacaré un papel del bolsillo izquierdo del traje oscuro que he de llevar y recordaré cómo nos conocimos, como nos enamoramos, como se dio el primer beso, los lugares que frecuentamos, diré como mi vida ha quedado vacía sin ella, saldrán unas lágrimasy ante el silencio de los demás levantaré la mirada y preguntaré si es obra de Dios o el diablo la vida.
Vanesa duerme, han pasado diez años y solo la conoce por foto, le explico de nuestro romance, de nuestra vida, nuestros paseos, su vida oscura y mi vida llena de luz, le muestro sus fotos, las abraza, es igual, es la misma, ha reencarnado en ella, debe ser esa la razón porque la amo tanto y es mi vida entera. En silencio salgo, la dejo dormida, camino por las calles que albergan tres o cuatro personas que van en silencio, caminan despacio, ven los escaparates de las tiendas que han quedado abiertas, las manos en los bolsillos, una sostiene un paquete en el brazo, me espera Cecilia en la plaza, van unos días y parece que he empezado a olvidar el pasado y todo aquello que me dio vida, veo el auto estacionado en la esquina, cierro los ojos, abro la puerta, la beso y vamos a Café Ciudad.